Los niños nacen con 100.000 millones de neuronas y con un billón de células gliales. Cada una de esas neuronas tienen entre 1000 y 10.000 enlaces. Las conexiones neuronales se irán multiplicando a medida que el niño crece, mediante la estimulación ambiental, sensorial, cognitiva y del movimiento. A los cuatro años puede llegar a un máximo de 1000 billones de conexiones neuronales.
¿Qué hace el cerebro con toda esa capacidad de enlaces? Nos hace a nosotros, todos nuestros pensamientos, sentimientos y decisiones dependen del cerebro. El aprender a moldear y potenciar el cerebro, supone darle a nuestros hijos los recursos para tener una vida feliz y sacar su máximo potencial.
Consejos para cuidar el cerebro de nuestros hijos
Los niños de entre 0 y 6 años muestran una neuroplasticidad asombrosa que necesita de múltiples refuerzos y de la seguridad de un mundo emocional donde el niño se sienta querido, para desarrollar de forma óptima sus habilidades psicológicas.
Una buena guía para saber potenciar y cuidar el cerebro de los niños y niñas, es aprovechar lo que la neurociencia nos está enseñando actualmente sobre el funcionamiento del cerebro. Aquí hemos resumido las claves más importantes:

1. Amor y seguridad

El afecto desarrolla el hipocampo
Un estudio reciente en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos muestra como el cuidado de los padres puede literalmente cambiar el cerebro de los niños.
Los investigadores encontraron que los niños con madres cariñosas y mejores en términos de crianza (calculado con base en su comportamiento durante el estrés del laboratorio) tenían hipocampos más grandes. El hipocampo juega un rol importantisimo respecto al manejo del estrés y las respuestas inflamatorias del cuerpo, además es crucial para formar y almacenar recuerdos. Tener hipocampos pequeños incrementa el riesgo de todo tipo de problemas mentales, desde la depresión y el estrés postraumático hasta la enfermedad de Alzheimer.
La sobreprotección activa el circuito del miedo
No obstante, no se debe confundir dar afecto con ser sobreprotector y evitarle cualquier sufrimiento a los hijos.
«La ciencia nos dice que ante un reto o una situación nueva se activan dos estructuras en el cerebro: por un lado la amígdala (que es la responsable de que tengamos miedo) y, por otro, la corteza prefrontal (que nos prepara para afrontar el reto y entrar en acción) .Si como padres solucionamos todos los problemas de nuestros hijos para evitarles el sufrimiento, nuestros hijos crecerán activando sólo la parte del miedo (la amígdala) y el miedo será lo único que les quedará. No aprenderán que también pueden actuar y resolver los problemas. Es importante que los niños aprendan a solucionar los contratiempos por sí mismos, dejarles espacio para que se equivoquen, para que aprendan de sus errores. Los padres tenemos que estar cerca para animarles a que se atrevan y para apoyarlos y guiarles cuando fracasen». Álvaro Bilbao (neuropsicólogo)
2. Nutrición
Una alimentación que no tenga la suficiente cantidad de proteínas, frutas y verduras o hidratos de carbono puede generar deficiencia de minerales y de vitaminas. Eso afecta al crecimiento y también al desarrollo cerebral de los niños.
Alimentos reales vs ultraprocesados
Es importante elegir alimentos con alto nivel nutricional, comida real, y evitar los alimentos ultraprocesados.“Se debe huir de los alimentos ultraprocesados, ya que en niños (y adultos) pueden crear adicción”, recomienda el Dr. Cangas miembro del Comité Asesor del Consejo General Dietistas-Nutricionistas (CGDN). “Un estudio de las universidades de Las Palmas de Gran Canaria y de Granada –continúa- demuestra que en quienes la bollería industrial y la comida rápida ocupan una fracción mayoritaria de su ingesta total, tienen más riesgo de padecer depresión. Además, las comidas ricas en azúcares simples y grasas favorecen la liberación de endorfinas, lo que provoca una sensación de bienestar que, a su vez, demanda más comida de ese tipo (para mantener esa sensación)».
Desayunar para rendir en el cole
Así mismo, es fundamental el desayuno. Se ha relacionado en distintos trabajos las bajas calificaciones en el colegio con que el niño no desayuna de forma adecuada. El cerebro necesita glucosa para rendir, de ahí la necesidad de los hidratos de carbono. Si el niño sufre hipoglucemia el cerebro se puede terminar dañando. Existen muchos alimentos que pueden mantener la glucemia estable en nuestro cerebro y por lo tanto unas condiciones óptimas para el aprendizaje, tales como frutas, panes integrales, legumbres, cereales, frutas, verduras o leche mediante la lactosa.
3. Sueño
En sus 2 primeros años, el bebé habrá dedicado más del 70% a dormir. El sueño del bebe es un prólogo imprescindible y fundamental para toda su vida posterior.
¿Por qué es tan importante dormir para los niños?
-Las hormonas del crecimiento se desarrollan durante el sueño, contribuyendo a su correcto desarrollo mental y físico.
-Dormir aumenta la memoria y el aprendizaje.
-El sueño fortalece el sistema inmune, disminuyendo así la vulnerabilidad a las infecciones y enfermedades.
-Las partes del cerebro que controlan las emociones y la interacción social se relajan en las fases de descanso, proporcionando un rendimiento óptimo al despertarse.
-El desajuste del ritmo de vigilia-sueño en niños y adolescentes a largo plazo puede provocar problemas de hiperactividad, cambios en el estado de ánimo (tristeza, irritabilidad y cólera), dificultad para controlar las emociones, aumento de la impulsividad, y mayor riesgo de trastornos metabólicos como la obesidad y la diabetes.


-La falta de sueño afecta negativamente a habilidades clave como la toma de decisiones, creatividad, memoria y rendimiento escolar.
-La luz azul que emiten las pantallas de televisión, teléfono móvil y videojuegos puede retrasar la liberación de la melatonina inductora del sueño, aumentar el estado de alerta y restablecer el reloj interno del cuerpo a un horario posterior. El resultado final: niños privados de sueño o con un mal descanso.
4. Ejercicio y juego

Algunos de los beneficios de la actividad física son la creación de neuronas y la disminución de la muerte de las neuronas. Además, el ejercicio hace que las conexiones entre las neuronas sean mayores, más fuertes y eficaces. Se ha demostrado científicamente que el ejercicio físico aumenta la función cognitiva y cerebral, mejora el aprendizaje y la memoria, y protege contra las enfermedades degenerativas de las neuronas.
El BDNF segregado como consecuencia del ejercicio físico es muy importante porque :
* Mejora la plasticidad sináptica, es decir, fortalece las conexiones neuronales que garantizan el aprendizaje. Cuando se bloquea esta molécula en ratones, se eliminan los beneficios cognitivos de la actividad física.
* Aumenta la neurogénesis en el hipocampo, una región imprescindible para la formación de las memorias. Este proceso de formación de nuevas neuronas, que ya se había comprobado en otros mamíferos, facilita los procesos cognitivos.
* Aumenta la vascularidad cerebral. El aumento de sangre en las neuronas permite la llegada de toda una serie de nutrientes que mejoran su funcionamiento.
*La producción de la proteína BDNF también permite reducir los trastornos del déficit de atención (TDAH), particularmente en los niños.
La importancia del juego libre
Actualmente es frecuente que los niños estén apuntados a múltiples actividades, musica, natación, inglés, chino. Todo su horario está estructurado y planificado. Esto, en lugar de ser positivo, genera estrés. Si los sometemos a estímulos continuos, no disfrutan, no interiorizan lo aprendido y acaban saturados. Las actividades, mejor de una en una, y en algo que elijan ellos y les guste. Y siempre priorizar el juego libre y espontáneo, que parta de ellos mismos.
4. Manejo emocional
Educar implica capacidad de autocontrol por parte de los padres, en otras palabras, tener Inteligencia Emocional.
♥ Cuando los padres no tienen capacidad de control sobre ellos mismos, es difícil que eduquen con afecto, respeto y firmeza a la vez a sus hijos.
♥ Lo frecuente es que cuando falla la propia serenidad emocional, los padres conviertan al hijo o la hija en desahogo de sus impulsos.
♥ Unas veces «comiéndoselos a besos», otras, asfixiándolos con sobreprotección y miedo, otras, descargando sobre ellos la ira, la exigencia, la crítica o el perfeccionismo.
♥ Otras veces, para no complicarse la vida, dejar hacer lo que quieran, sin límites…
♥ Y otras, disparatadamente, sentirlos y tratarlos como reyes. Pero los reyes terminan, algunas veces, siendo tiranos contra los propios padres que no les han enseñado que «un coche sin freno es un coche para dejarlo aparcado en el garaje».
Evitar los gritos
Una investigación de la Universidad de Nueva York y que se publicó en Current Biology concluyó que “El grito tiene una propiedad sonora única. Nada produce un énfasis similar. Porque impacta y activa el centro neuronal del miedo, que está en la amígdala”. Otra investigación, realizada conjuntamente por las universidades de Pittsburg y Michigan, publicada en Child Development, determinó que “los efectos de esta violencia verbal provocan problemas de conducta en los menores, como discusiones y peleas con compañeros, dificultades en el rendimiento escolar, mentiras a los padres, síntomas de tristeza repentina y depresión”. Otro estudio, este publicado por Harvard, señala que “los gritos, el maltrato verbal y la humillación o la combinación de los tres elementos alteran de forma permanente la estructura cerebral infantil”.
Enseñarles a esperar y dejarlos que se aburran
Una de las variables cognitivas que más predicen la capacidad de un niño de alcanzar sus metas en la vida es la capacidad de saber esperar.
Enseñarles autocontrol, y que aprendar a esperar recompensas, va a ejercitar el lóbulo frontal del cerebro y les va a permitir tener una mejor respuesta a cada situación. Es muy negativo darle al niño todo lo que pida, en el momento que lo pida, necesita encontrarse con la frustración para desarrollar su inteligencia emocional.
Optar por la televisión o los vídeojuegos cuando los niños están aburridos no es la mejor opción ya que estos medios provocan una sobrestimulación haciendo que después todo lo demás sea percibido como aburrido o carente de interés.
Según la doctora Laura Markham «Si les mantenemos ocupados con clases y actividades estructuradas, o si «llenan» su tiempo con entretenimientos de pantalla, nunca aprenderán a responder a las señales de su propio corazón, que podría llevarles a estudiar las imperfecciones de la acera, a construir un fuerte en el jardín de atrás, a modelar un monstruo de arcilla, a escribir un cuento o una canción o a organizar a los niños del barrio para rodar una película. Estas llamadas de nuestro corazón son las que nos dirigen a las pasiones que darán sentido a nuestras vidas, y están a nuestra disposición desde el comienzo de nuestra infancia, cuando tenemos rienda suelta para explorar y perseguir aquello donde nuestro interés nos lleve.»

5. Socialización
El ser humano es ante todo un animal social con la necesidad de establecer relaciones con otros semejantes.
La ausencia de relaciones sociales no solo afectan al ánimo y a la conducta, sino también al desarrollo de habilidades cognitivas superiores como el lenguaje y la psicomotricidad.
Es a partir de los nueve o diez años que los niños van estableciendo relaciones sociales más complejas, aumenta su capacidad de interacción con el mundo que se les abre.
6. Menos pantallas
Los estudios citados por las principales asociaciones pediátricas, relacionan la exposición a las pantallas en edades tempranas con adicciones, inatención, disminución en el vocabulario e impulsividad, entre otras cosas.
La investigadora educativa canadiense Catherine L’Ecuyer se muestra especialmente preocupada por la relación entre la infancia y la tecnología. «Cuando saturamos los sentidos del niño, entra en lo que describo en mi libro como el «círculo vicioso de la diversión». Los estímulos externos se sustituyen a su asombro, lo anulan y hacen que se acostumbre a niveles de estímulos cada vez más altos. Cuando eso ocurre, lo cotidiano le parece tremendamente aburrido. Deja de sentir, pierde el interés por aprender y su atención se dispersa. No es casualidad que por cada hora de pantalla que ve un niño de menos de 3 años, existe un 10% más de probabilidad de padecer inatención con 7 años«.
Los niños aprenden con interacciones con humanos, no con pantallas
El mejor escenario para aprender es el mundo real, y la interacción con las personas que rodean al niño.
Un reciente estudio de la Universidad de Calgary muestra que, con exceso, el tiempo frente a la pantalla puede tener consecuencias para el desarrollo de los niños. Cuanto mayor era el tiempo pasado delante de pantallas a los dos y tres años, peor era el desempeño de estos niños a los tres y cinco años, cuando se les realizaba un test de desarrollo.
¿Cuál es el tiempo recomendable frente a la pantalla?
Según la Academia Americana de Pediatria, el “screen time” o tiempo de pantallas en niños son las siguientes:
- 0 – 2 años: Nada de pantallas
- 2 – 5 años: Entre media y una hora al día
- 7 – 12 años: una hora con un adulto delante. Nunca en horas de comidas
- 12 – 15 años: Una hora y media. Mucho cuidado con las redes sociales
- + de 16 años: Dos horas.
Los dormitorios no deben tener pantallas.
Lo más importante es que las pantallas no interfieran en la vida normal de los niños, el tiempo en familia, el ejercicio o las horas de sueño.
Recomendaciones de horarios y lugares sin pantallas para niños
La AAP recomienda:
- No usar móviles o pantallas una hora antes de ir a dormir
- No usar móviles o tabletas a la hora de comer
- Mientras se está en la escuela
- Mientras se está cruzando la calle
- En el automovil (excepto en viajes largos)
- No usar móviles en el cochecito o silla de paseo
- Marcar un “tiempo en familia” en el que ningún miembro de la familia los usa
En definitiva…
Apaga la pantallas, ve al mercado y llena tu cesta de verduras y frutas, sal al aire libre y juega con tus hijos, pasa tiempo con ellos, conócelos, estáte presente. Dales confianza y autonomía para que aprendan por si mismos. Aprende a relajarte, prioriza el sueño y el descanso. Valora y disfruta los pequeños momentos. No sólo estarás cuidando el cerebro de tus hijos, también estarás cuidando el tuyo.
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