¿Cómo educar hijos felices y seguros?

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¿Cuál es el mejor estilo educativo? ¿Cómo educar hijos felices y seguros?

Los estilos educativos son modos de actuar que los padres o educadores muestran habitualmente hacia los hijos o alumnos. Cada estilo influye en la forma de ser del niño, en la construcción de su personalidad y de su autoestima

El estilo que adoptes depende del concepto de educación que tengas, de tu propia personalidad y de la personalidad de tu hijo o hija, de las circunstancias y del contexto. 

La educación no sólo forma personalidad, sino que la personalidad de los propios padres es la variable más determinante de todo lo que puede ser la propia educación. Es decir, yo puedo utilizar métodos, procedimientos y estrategias, pero por encima de todo está nuestra propia personalidad. Si soy intransigente porque soy inseguro o proyecto mis miedos, puedo ser muy rígido. 

Pero también la persona cambia y modifica el propio rol. Incluso, no es lo mismo el primer hijo que el segundo. En padres perfeccionistas la actitud suele ser más rígida con el primer hijo. Y lo mismo ocurre con los nietos. Hay veces que el padre ha jugado un rol de exigencia y rectitud, pero cuando se convierte en abuelo es más condescendiente y flexible porque, entre otras cosas, tiene menos responsabilidad. 

¿Cuáles son esos estilos educativos? ¿Qué efectos tienen en los hijos?

Podemos identificar seis estilos según el Modelo de Funciones Proporcionales (Hernández,1983)


ESTILO PERFECCIONISTA

En qué consiste:

Este estilo consiste en una postura caracterizada por un elevado nivel de exigencia, expresado a través de una abundante normativa y un excesivo control, a la vez que censuras y críticas.

“Te pauto normas, dirijo tu comportamiento, te exijo y te critico. Siempre hay un pero”.

Consecuencias en el niño o niña:

Suele provocar dos tipos de conductas contradictorias:
-Ansiedad, vivenciando el “deber ser”, la ambivalencia, el miedo, la inseguridad y la disposición perfeccionista.
-Rebeldía, al rechazar la normativa.

“Haga lo que haga, lo hago mal. No soy bueno, no valgo. Tengo que hacer las cosas perfectas para que me acepten. Tengo miedo al castigo y por eso miento y pongo escusas a mis fallos. Siento ansiedad, rabia, culpa y agresividad”.


ESTILO SOBREPROTECTOR

En qué consiste:

Este estilo se expresa con una elevada preocupación, atención, cuidad, apego y afecto excesivo.

“Estoy siempre pendiente de ti, te protejo de cualquier posible mal, vivo por ti y te inundo de afecto y cuidados”.

Consecuencias en el niño o niña:

Al obtener lo que quiere sin esfuerzos y no enfrentarse a retos o problemas se vuelve inseguro y desarrolla miedo ante las dificultades. Además, aprende a no aprender, a solicitar, a pedir, a quejarse, es decir, se vuelve dependiente de los adultos.

Por otro lado puede darse una respuesta de reactancia, por un lado se siente dependiente, pero por otro lado manifiesta rabia y rechazo ante el educador, al verse asfixiado o impedido.

“El mundo es peligroso y me da miedo. Yo solo no puedo, no sé hacer las cosas por mí mismo. Necesito a los demás para tomar decisiones. Me siento inseguro, incapaz de afrontar las dificultades”.


ESTILO PERMISIVO

En qué consiste:

Se caracteriza por falta de normas y límites, no se corrigen ni se controlan las conductas inadecuadas.

Las razones por la que los padres o educadores adopten este estilo son varias:

-Poca firmeza y autocontrol personal.
-Actitud egocéntrica y orgullosa “mi hijo es un ser único”
-Confundir educar en libertad con educar en el capricho

“Te dejo hacer y te consiento todos los caprichos, sin normas ni control”.

Consecuencias en el niño o niña:

Genera falta de autocontrol, intolerancia a la frustración, dificultad para superar los problemas, egocentrismo e inadaptación social al no respetar las normas. Posibles conductas delictivas.

“Yo soy el primero y mis deseos son órdenes. No soporto un NO, me da mucha rabia. Me impongo a la realidad y a los demás. Utilizo a los demás”.


ESTILO CASTIGADOR

En qué consiste:

Se manifiesta con frecuentes castigos físicos, ironías, burlas, muestras de desprecio y rechazo.

Se trata de padres o madres con descontrol emocional, que explotan en descargas agresivas. Hay una actitud posesiva. También puede haber rechazo al hijo de forma latente o manifiesta, que se enmascara con la idea de que este tipo de comportamiento es bueno para el niño o la niña. 

Si el padre o la madre manifiestan un fuerte descontrol emocional, este estilo puede darse a la vez que otros. Es decir, puede ser castigador a la vez que proteccionista, permisivo o perfeccionista.

“Soy agresivo contigo, te insulto, te muestro rechazo”.

Consecuencias en el niño o niña:

Las consecuencias son muy negativas para la autoestima, la adaptación social y escolar, y el rendimiento. Estos niños o niñas pueden tener descargas agresivas con sus compañeros de colegio.

“Tengo miedo. Desconfío y me defiendo. Me siento vulnerable, indefenso. Siento rabia y la desplazo. Me siento menos que el resto”.


ESTILO DESPREOCUPADO/NEGLIGENTE

En qué consiste:

Consiste en una falta de atención, cuidado, interés y afecto hacia el niño o la niña.

«Eres indiferente para mí, no te presto atención, no me comunico contigo».

Consecuencias en el niño o niña:

Las consecuencias son muy graves. Genera depresión, sentimiento de abandono y falta de desarrollo afectivo e intelectual. 

Pueden darse conductas delictivas.

“Me siento solo. No me quieren. No soy valioso. Estoy triste, apagado. Me comparo ¿Por qué yo no y los demás sí?”.


ESTILO PERSONALIZANTE

En qué consiste:

Representa el estilo de educación ideal. Sería como aplicar la actitud proteccionista, permisiva y perfeccionista en su versión moderada. Es decir, dar afecto sin instrumentalizar, dar posibilidades de autorrealización sin fomentar los caprichos, y brindar la normativa y límites sin aniquilar su propia autenticidad. Todo ello concibiendo al niño o la niña como persona.

“Te respeto, te quiero, te pongo límites y fomento tu autonomía e iniciativa”.

Consecuencias en el niño o niña:

Proporciona mayor autoestima, mejor ajuste emocional, mejor adaptación social, escolar y personal, mayor inteligencia, mejor rendimiento académico.

“Me siento querido y valioso. Me siento capaz. No tengo miedo a equivocarme. Soy curioso y tomo decisiones. Tolero la frustración. Acepto las normas y soy responsable”.


Lo más importante

Lo más importante es si lo que el niño asume del padre o de la madre es positivo y es un elemento de superación o, por el contrario, hay una reactancia. Ten en cuenta que la educación consiste fundamentalmente en dar amor, por encima de todo, para luego dar normas. Eso significa ser firmes pero a la vez tener respeto.

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La función educadora clave se produce cuando un padre, una madre o un profesor despierta ese amor hacia sus hijos o sus alumnos, y ese amor, a su vez, implica la capacidad de clarificar cuáles son los objetivos, los límites, la firmeza, las normas… pero siempre con respeto, tanto en el amor, para no manipular, como en las normas, para no sofocar, mutilar o subyugar. Significa dar sentido de libertad junto con el amor y eso es complicado. Un padre muy idealista, con un nivel de exigencia muy alto, que quiere que su hijo sea lo que él no ha sido, puede estar matando la personalidad del hijo y éste puede adoptar actitudes de rechazo y huída.

Muchas veces es preferible pretender conseguir cincuenta en lugar de cien, si con ello tenemos a nuestros hijos a nuestro lado. Si existe reactancia no existe complicidad.

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