
Consigue que tus hijos te hagan caso.
Comunicación positiva para resolver conflictos.
La hora del baño, hacer los deberes, recoger su cuarto, vestirse para ir al colegio o al instituto, irse a la cama… Estas situaciones cotidianas pueden convertirse en auténticas batallas con los hijos. Pero no hay que desesperarse, la clave está en gestionarlas adecuadamente, y para ello es fundamental la comunicación.
En este artículo te vamos a dar unos consejos para que esos momentos sean más fluidos.
UTILIZA TÉCNICAS DE COMUNICACIÓN POSITIVA:
1. Elige el momento y el lugar. Que sea adecuado, correcto, oportuno.
2. Parte de un estado de ánimo facilitador. Que nos permita comunicarnos con calma, escuchar y hablar serenamente.
3. Facilita la apertura y no las defensas, procura la conciliación y no la auto-reafirmación; esfuérzate en el logro y no el desahogo.
4. Transmite una expresión física que sea coherente con la expresión verbal. Por ejemplo, no contradecirnos, si en una situación estamos atendiendo a otra persona diciéndole “si, si” a la misma vez que estamos mirando fijamente al suelo, estaríamos restando fuerza y efectividad a la comunicación.
5. Sé concreto, menos es más. Los niños desconectan ante sermones o ante explicaciones muy largas. Cuanto más breve sea el recordatorio más impacto tendrá.
-Comunicación negativa: Te he dicho una y mil veces que te vayas a lavar los dientes y lo único que haces es quedarte haciendo el bobo con tu hermana. Te comprometiste a ponerte el pijama antes de ver la televisión y no veo que lo hayas hecho.
-Comunicación positiva: Andrea, el pijama.
6. Describe el problema e implícalos en la solución. Cuando acusamos, los hijos se ponen a la defensiva, mientras que si describimos el problema estamos invitándolos a que entiendan por sí mismos lo que hay que hacer y que se impliquen en la búsqueda de soluciones.
-Comunicación negativa: El cuarto es una pocilga, está hecho un desastre auténtico.
-Comunicación positiva: La habitación está muy desordenada, ¿la ordenamos? Podemos empezar haciendo las camas.
7. Exprésate desde el “yo” y no desde el “tú”. Es importante hablar en primera persona, desde los sentimientos y pensamientos propios.
-Comunicación Negativa: “Para ya eres un pesado”
-Comunicación Positiva: “No me gusta que me interrumpas mientras estoy hablando con alguien”
8. Utiliza la imaginación. Utiliza otros canales y formas de comunicación, una notita en su peluche favorito, una grabación de audio simpática, un juego de adivinanzas…
Imagina que no quieres que los niños vean la televisión hasta que hayan hecho los deberes, podemos enganchar un post-it en la televisión que ponga:” ANTES DE ENCENDERME, PIENSA “¿HE TERMINADO LA TAREA?”
9. Sirve de ejemplo. La forma de aprendizaje más vital de un niño es la observación y la imitación, lo que en psicología y educación denominamos aprendizaje vicario. Por ello, actitudes en los padres de escucha, serenidad, respeto al otro, expresión de sentimientos, amabilidad… son claves para que el niño tenga en su repertorio conductual modelos positivos de afrontamiento antes situaciones conflictivas. No podemos pedir al niño que haga cosas que nosotros no hagamos previamente, diciendo una cosa y haciendo otra, entrando continuamente en contradicción.
10. Valora lo positivo. Parte de lo que está bien, de lo que funciona, y de lo que se va consiguiendo.

HAY QUE EVITAR:
• Sermonear. Señalarle lo que es bueno desde nuestro punto de vista sin tener en cuenta para nada su opinión:
“¿Te parece bonito lo que has hecho, quitarle los caramelos a tu hermana? Veo que no has comprendido la importancia de tener buenos modales. Intento mostrarte que si quieres que los demás sean educados contigo, debes serlo tú primero”
• Amenazar. Anunciar sanciones y castigos. Se trata de algo muy diferente de hacer ver las consecuencias que puede tener una determinada actuación:
“Como sigas comportándote así vas a ver tú lo que es bueno”
• Reprochar. Recordar errores pasados.
“¡He vuelto a encontrar manchas en el sillón! ¿Por qué tienes que ensuciarlo? Y en cualquier caso, ¿cuántas veces tendré que decírtelo? Tu problema es que no me escuchas. Siempre haces lo mismo”
• Dar lecciones. Hablarle como un experto superior a él, ya que tenemos mucha más experiencia y sabemos y conocemos muy bien las enseñanzas
“Así que cuatro suspensos, ¿eh? Ya te harás mayor y te arrepentirás de no haber estudiado. Hazme caso, que soy tu padre y sé lo que es arrepentirse cuando ya no hay remedio”
• Insultar, faltar el respeto.
“Cuando te comportas así pareces tonto”“¡Hay que ser un guarro para tener la habitación tan sucia!”
• Dar continuas advertencias.
“¡Cuidado, que se te va a caer!”,“Ponte la chaqueta o te vas a poner enfermo”,“Cuidado que vas a tirarlo todo”
• Interrogar. Asediarlo a preguntas para sacarle información como si fuera un sospechoso.
“¿Qué has hecho? ¿Por qué te ha castigado el profesor? ¿Por qué no le dijiste que no a tu compañero? ¿Hasta cuándo vas a seguir así?”
• Ironizar. Usar el sarcasmo para desaprobar algo.
“O sea, que tienes mañana un control de matemáticas y te has dejado el libro en el colegio? ¡Qué listo eres, todo un alarde de inteligencia!”
• Ignorar.
No prestar atención, mirar hacia otro lado, bostezar, mirar la hora…
• Culpabilizar.
“Ya verás cuando tengas hijos propios. Entonces sabrás lo que es este tormento”,“Tú lo que quieres es que a mí me dé algo”,“Haces eso porque quieres fastidiarme y que me lleve un disgusto.
• Comparar.
“¿Por qué no te parecerás más a tu hermano? Él siempre acaba sus trabajos con antelación”.“¿Por qué no vistes como Andrea? Va siempre peinadita y arreglada, da gusto mirarla”
• Hacer profecías.
“Si continúas siendo así, nadie querrá jugar contigo. A este paso vas a quedarte solo”
• Chantajear.
“Si no te comes todo, no te voy a querer”,“Si ordenas tu cuarto, te compraré el videojuego que querías”
¿Y si mi hijo o hija explota?
Las rabietas o estados de ira aparecen frecuentemente en situaciones en los que los niños y niñas viven una frustración, es decir, algo que esperaban o que buscaban conseguir no se cumple.
También ocurren cuando están viviendo un alto nivel de ansiedad y descargan en los más próximos. Que estas reacciones desaparezcan no depende solo de que consigan lo que quieren o no. Disminuirán si los adultos manejamos la situación de forma adecuada.
Es cierto que no podemos generalizar, y hay que analizar cada caso para ver la fuente de esta conducta o problema, la rabia puede ser la expresión de otro conflicto o situación crítica que pueda estar viviendo el niño o el adolescente. Además estas expresiones dependen de la edad siendo más normales y frecuentes en los niños más pequeños.
En todo caso, te podemos dar unos consejos que pueden ayudarte a sobrellevar estas situaciones de tensión.

Es importante la firmeza, seguridad y calma a la hora de corregir conductas inadecuadas.
Fíjate que no es tanto lo que dices, como lo que proyectas, con tu lenguaje no verbal y tu actitud.
El mejor regalo que le puedes hacer a tu hijo es tu propio equilibrio emocional. Rompe el ciclo de la violencia, enseña con amor y calma, no descargando rabia y frustración.
No entres en el juego
Tienes que ser más fuerte emocionalmente y actuar con inteligencia. Lo primero es mantener la calma para evitar que la situación te afecte y que la emoción te sobrepase.
En esos momentos es mejor decir “ahora mismo no podemos hablar, cuando estés calmado y respetes te haré caso y podremos comunicarnos”.
Si es necesario, retírate hasta que recuperes el control. La ira es una emoción poderosa y se contagia rápidamente. Si la discusión y los reclamos de tu hijo llegan en un mal momento y te sientes a punto de perder el control, decídete por una retirada a tiempo: sal a caminar, enciérrate en tu habitación, respira profundamente, cualquier cosa que te devuelva la ecuanimidad.
No hay que ponerse a la altura del niño: si grita, patalea y monta una escenita, hay que respirar y contenerse. Nada de chillidos, sofocones o tortazos, mejor esperar a que se calme.
Evitar los sermones, retahílas y amenazas.
No sirve de nada argumentar sin fin, tampoco sirve pedirle que se ponga en tu lugar. En vez de discutir, hay que recordarle cuáles son las reglas que hemos fijado y su deber de respetarlas.
No te desesperes, ten paciencia.
A veces por las ganas de que el cambio se produzca en el otro, insistimos e intentamos convencer y actuar precipitadamente. A veces no hacer, retirarse o no decir, es la mejor forma de proceder.
Contacta con nosotros
En Psicomold Psicólogos ofrecemos asesoramiento y talleres para padres, madres y profesores. Así como terapia y orientación a niños y adolescentes.
