31 Mayo 2017
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Es esencial disfrutar, sentir y vivir la vida en lugar de anticipar, analizar y pensar constantemente lo que debes hacer o lo que puede suceder. En lo que sí vale la pena pensar es en tu potencial, en tus posibilidades o en tu poder, a pesar de las debilidades o limitaciones.
Intenta extraer lo positivo de cada situación, vivenciándolo y disfrutándolo, dejando en un segundo plano los inconvenientes o problemas. Incluso, ante una situación negativa o desagradable, intenta ver el lado positivo.
No te limites, no te pongas barreras, se decidido, valiente, afronta los problemas, no te sometas ante los miedos y que nada ni nadie te ponga palos en las ruedas. Intenta superarte, busca la autonomía, la independencia y cree en tu propio potencial.
Ante los problemas, inconvenientes o fracasos no te castigues a ti mismo ni a los demás. Puedes responsabilizarte o responsabilizar, pero no debes “machacar” de forma agresiva al que tu consideras el causante del problema.
Quiérete a ti mismo y quiere a los demás, aceptando las cualidades y los fallos, las fortalezas y las debilidades, las limitaciones y las potencialidades. En definitiva, debes aceptarte y amarte a ti mismo y a los demás, independientemente de lo bueno y lo malo que caracterice a cada uno.
Puedes pensar que eres un grano de arroz en el universo, que eres una partícula en la inmensidad, que eres frágil como una gota de agua, pero tu mente es tan grandiosa que es capaz de conectarse e identificarse con toda la energía que está a tu alrededor. Te inundas de energía con las sonrisas, las bromas y el cariño de los demás, pero también te inundas de energía con los árboles, las flores, los campos, las montañas, las estrellas, la lluvia, el sol o las olas del mar. Todo eso es poder que puede enriquecer si quieres sacar lo mejor de ti y, sobre todo, te puedes sentir cómplice con todo el universo, como una fuerza divina que te hace trascender. Piensa que, con independencia de que creas o no en una energía universal con la que puedes interactuar, tu mente tiene el poder de cargarse de energía apoyándose en cualquier elemento o aspecto de la realidad.
La vida hay que disfrutarla con talante deportivo. Sin planteamientos absolutos, sin rigidez, sin catastrofismos, sabiendo que todo es relativo y que vale la pena tomarla como un juego. Hay que implicarse en ella como si fuese una carrera de fondo con vallas. En ese camino nos encontramos con problemas (vallas) que debemos sortear. Al participar, podemos fallar, podemos tropezar o perder, pero siempre debemos aceptarlo con deportividad, como un juego. Participar, disfrutar y perder es parte del deporte, es parte de la vida.