
Así fue como consiguió que sus alumnos y alumnas fueran los más participativos y motivados…
UNA EDUCACIÓN DE PERSONA A PERSONA
El profesor es persona y el alumno es persona. Y ser persona es más importante que ser experto o ser alumno. Para que exista un escenario de calidad educativa debe existir una teoría emocional-personalizante por parte del profesorado, esto es que el alumno o alumna:
-No se vea rechazado, discriminado, censurado…
-Se vea comprendido
-Se vea valorado, se sienta significativo, que no se vea un ser anónimo en la masa, que se sienta útil en sus aportaciones…
-No se vea forzado, dirigido unilateralmente…
Estas bases del respeto son imprescindibles no sólo para los que interactúan en el trabajo, en clase o en una consulta, sino también para los que mantienen una relación íntima. De hecho, el amor si no tiene estas bases de respeto, será un amor instrumentalizado, un amor nocivo.
Creando un clima emocional personalizante

El profesor, con sus actitudes y comportamientos puede ofrecer un clima de seguridad, respeto y confianza ante los alumnos.
Este clima podemos definirlo como afectivo-personalizante, atendiendo a tres aspectos: la comunicación, la cordialidad y el predominio de sentimientos positivos.
El grado de comunicación se refiere a que el clima del aula permite que las personas puedan transmitir sus propias emociones, pensamientos y opiniones de forma segura, sintiéndose comprendidos.
La cordialidad hace referencia al grado de empatía, es decir, ponerse en el lugar de las otras personas, intentando comprender lo que siente el otro.
Todo ello se ve favorecido por la creación de momentos distendidos, en los que se facilitan emociones de alegría y humor, estrechando los lazos afectivos.
Además, es el clima donde las personas son tratadas como personas, es decir, son respetadas, valoradas y tenidas en cuenta, fomentando la libertad y la autonomía.
Consejos para crear el mejor clima en el aula
1. Conocer a los alumnos tal y como son.
Conversaciones informales: tratarlos como personas, interesarse por la persona. Disponibilidad, aceptación personal, Qué les gusta, qué se les da bien, Actitud de ayuda, positiva. Diferenciar en el alumno lo académico (rol) de lo personal (personalidad). Comunicación fluida, bidireccional: hablar, escuchar.
2. Potenciar la autoestima
No adoptar enfoques competitivos no comparar. Equilibrio entre críticas y alabanzas. Intentar que el alumno se sienta seguro, respetado y aceptado, conociendo sus capacidades y limitaciones. Enseñar a considerar el error como una ocasión de aprender y avanzar. No permitir que se avergüence ni se ridiculice a un compañero. No etiquetar ni prejuzgar; dar posibilidades de cambio. No adivinar malas intenciones. Buscar explicaciones alternativas.
3. Manejar el conflicto de forma constructiva
Capacidad de manejar la propia indignación. Regulación y control del tono en el trato con los alumnos. Una autoestima fuerte en el profesor impide convertir cada provocación de los alumnos en un ataque personal. Respeto por los alumnos, lo que impide ser hiriente incluso cuando se esté enfadado o en el trato con alumnos difíciles.
4. Posibilitar la comunicación

5. Crear espacios de encuentro
Espacios abiertos con sillas y cojines, en los que, cómodamente, compartir y vivenciar situaciones de aprendizaje emocional y favorezcan la comunicación visual y corporal de los alumnos.
Hernández, P. (2005). Educación del Pensamiento y las Emociones. Psicología de la Educación. España: Tafor-Narcea
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